¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?...
Quiero retomar algunos principios básicos del constructivismo cuyas implicaciones cubren varios aspectos de la enseñanza. Enfatiza el hecho de ver al alumno como productor activo de conocimiento y ubica la solución de problemas en el centro de todo aprendizaje.
En esa naturaleza, el aprendizaje se concibe como un proceso activo de elaboración de significados, es mejor cuando implica cambios conceptuales, permitiendo al alumno desarrollar comprensiones más profundas o verdaderas del concepto. Es siempre subjetivo y personal, el estudiante aprende mejor cuando puede internalizar lo que está aprendiendo representándolo a través de símbolos generados por ellos, metáforas, imágenes, gráficos y modelos. Mas que hacer ejercicios fuera de contexto, los alumnos aprenden a solucionar problemas contextualizados de manera colectiva. También se reconoce que el aprendizaje es afectivo, el conocimiento y el afecto están estrechamente relacionados. Los alumnos logran más cuando el tema por aprender esta cerca de sus etapas más próximas de desarrollo con la suficiente dosis de reto para que realicen un esfuerzo, de manera que los conocimientos transformados se reflejen durante todo el proceso de aprendizaje.
De tal manera que el docente lleva a cabo funciones esenciales entre las que destacan ser modelo, guía, apuntalamiento, articulador y explorador. En cada una de dichas funciones destaca la importancia y naturaleza del conocimiento y en la acción de aprender, el alumno extrae varios tipos de conocimiento.
Ahora bien, el aprendizaje no es en si mismo desarrollo, pero una correcta organización del aprendizaje conduce al desarrollo intelectual, activa todo un grupo de procesos de desarrollo y esta actividad no podría realizarse sin el aprendizaje.
“Por ello, el aprendizaje es un momento intrínsecamente necesario y universal para que se desarrollen en los alumnos esas características humanas no naturales, sino formadas históricamente” (Vygotsky, 1986).
El docente incide temporal y parcialmente en un proceso de aprendizaje que le precede y rebasa, estableciendo una relación asimétrica docente-alumno. El profesor controla o regula las actividades del aula, sin que ello quiera decir que todo acto verbal o no, significado, interacción o avance esté efectivamente bajo control.
Si verdaderamente se desea lograr que el sistema educativo propicie y estimule la creatividad, es necesario entonces eliminar o minimizar esa asimetría. Hay que fomentar y optimizar el aprendizaje en lugar de obstaculizarlo. Precisamente la noción de zona de desarrollo próximo permite reflexionar el problema de la educación desde una nueva perspectiva, la del desarrollo potencial.
Una gestión óptima de la progresión de los alumnos en sus aprendizajes exige la puesta en práctica de varias formas de reagrupación y trabajo. Implica que los profesores adquieran nuevas competencias, en el marco de un proyecto progresivo de reflexión y formación que requiere nuevas habilidades basadas en representaciones del mismo aprendizaje, la diferenciación, los ciclos y la misma progresión.